La luz al final del túnel

Luz al final del túnel

Después de algo menos de seis años y medio veo la luz al final del túnel, ese túnel que en mi caso se llama Ingeniería en Informática. En él entré voluntariamente después de hacer la selectividad en junio de 2005, cuando todavía se puntuaba sobre 10 puntos. Decidí ir a una universidad en la que la carrera que iba a estudiar tenía bastante prestigio, todo eran buenas palabras acerca de los métodos que utilizaban y de lo bien preparados que salían los alumnos. Así que no lo dudé y allí empecé en septiembre de ese mismo año haciendo un Curso Cero por el que se nos prometían 6,5 créditos que finalmente (en 2011) han sido 3 y gracias.
En el primer año me fue muy bien. Aprobé todo entre junio y septiembre y pensé que sería pan comido, pero me equivoqué. Al año siguiente tuve 6 asignaturas para septiembre y fue un suplicio de verano. Desde entonces, todos los veranos he estado puteado entretenido. El año que hice cuarto, volví a aprobar todas las asignaturas entre junio y septiembre y claro, pensé que quinto sería igual. Pero no, una asignatura llamada Computer Networks II se me atravesó el pasado septiembre.
Era mi única tarea para el verano. Dedicarme a esta asignatura para aprobarla y empezar en octubre con el PFC. Pero cuál fue mi sorpresa cuando salió la nota: tenía un 3, así que empecé con el proyecto igualmente y fui a clases de esta asignatura, hice ejercicios, miré exámenes de otros años y ejercicios corregidos.
Finalmente he aprobado y me siento muy orgulloso de decir que casi soy ingeniero. Que aunque la mayor parte de las asignaturas que he tenido durante la carrera me han gustado, ha habido momentos de sufrimiento haciendo prácticas que parecían imposibles, momentos de putadas de algunos compañeros de prácticas, momentos de desesperación al estudiar ciertas fórmulas de teoría. Pero ahora llega el final del túnel y se ve una luz que no se sabe muy bien qué es.
Parece mentira pero da un poco de miedo salir. ¿Qué me encontraré al otro lado?
Nadie lo sabe, pero... hay que arriesgar, así que ¡allá voy!